CARLOS MIER Y TERÁN

La cosa | Fachada del Centro Cultural España, Ciudad de México | 17 de abril, 2008.

-–¿Qué es eso? ¿Qué es eso?… No mamen, ya ni saben qué inventar–. Ese fue el primer comentario que escuché de un señor de más o menos 40 años que pasaba frente al Centro Cultural España (CCE) y se encontró con “La cosa”. Un mes antes de la inauguración de la pieza fui invitado por José Miguel González Casanova, director del Seminario de Medios Múltiples, a realizar una intervención de carácter público en el Centro Histórico. En aquel momento me encontraba elaborando intervenciones en diferentes puntos de la ciudad, con esculturas inflables hechas de bolsas negras de basura, cuyas formas estaban basadas en mis miedos y los de la gente de la cuidad. Decidí hacer lo mismo, pero con algunas diferencias significativas.

Generalmente la escala de mis piezas tiene relación con el espacio que voy a intervenir, como pasillos, callejones o puentes: espacios estrechos y fáciles de bloquear. En este caso, la primera idea fue bloquear la calle Guatemala con una inmensa escultura del miedo que tuviera las dimensiones de la calle misma. Por razones de seguridad del GDF esta idea se abortó. Yo quería realizar algo enorme, es decir a escala de la ciudad, y de ahí se me ocurrió ocupar la fachada del CCE con un monstruo gigante, cuya forma no fuera reconocible y cuyo objeto fuera imposible de identificar: una forma que hiciera una analogía del miedo, de la incertidumbre. Es así que hice variaciones formales de la pieza hasta obtener una cosa de forma orgánica y que se viera como un tumor al estar pegada a la fachada. De ahí su nombre: “La cosa”.

A cualquier cosa se le puede tener miedo. En sí es una metáfora del sentir de la gente que habita la Ciudad de México y que afecta nuestras relaciones en el espacio público. Mi idea fue generar miedo, pero a la inversa de nuestra experiencia común con este sentimiento. Siempre que sentimos miedo es porque peligra nuestra existencia o nuestra salud. Mi idea fue materializar lo que no se ve, y generar una experiencia o idea de miedo a través de la escultura, pero de una forma estética. Es decir, transformar el espacio y la idea de miedo a través de la escultura como instrumento transformador de la experiencia y percepción de un espacio que está ocupado por el miedo, pero de una manera en la que la sensación o idea de miedo se transforma en una experiencia estética y con ella la percepción del espacio. Hacer del temor algo lúdico.

Mis piezas generalmente son efímeras. Sólo duran unas cuantas horas en el espacio que ocupan. En este caso, debía estar instalada por lo menos ocho días seguidos. Así que me puse a investigar sobre materiales. Terminé haciéndola de tela repelente color negro (la cual se usa para hacer paraguas) y la cosí con hilo de nailon. La escultura usa dos motores sopladores de 1hp de fuerza. Al inicio del montaje, los motores se apagaron porque la instalación eléctrica del edificio no resistió el voltaje, así que hubo que hacer cambios en la instalación eléctrica y se resolvió el problema.

Al tercer día se rompió una manguera de alimentación, por lo que la pieza se desinfló y hubo que reparar la manguera. Después, durante un concierto al aire libre auspiciado por CCE en la calle de Guatemala, un viento fuerte desprendió algunos hilos que la ataban a la fachada y la parte inferior de “La cosa” fue aventada por el aire revoloteando y chicoteando sobre los edificios aledaños al CCE. Se veía como algo vivo y violento. La gente que esperaba el concierto gritaba cada vez que el aire la aventaba. Por ese motivo apagaron los motores de nuevo. De los 8 o 14 días planeados, apenas estuvo cinco, en los que incomodó y movió el sentir de la gente que se encontró con ella. Eso me gustó.

Colaboraron en la elaboración y montaje: Emanuel Gómez Arias, David Camargo, Gabriela Ceja, Alina Centeno y Magdalena Morales.
Se agradece al Centro Cultural España, a la Escuela Nacional de Artes Plásticas, al Seminario de Medios Múltiples, a la Secretaría de Cultura del Distrito Federal y a la Delegación Cuauhtémoc.