ÉRICK RAMÓN HERNÁNDEZ

Heterotópica IEMS | Preparatoria Salvador Allende del Instituto de Educación Media Superior del Gobierno del Distrito Federal, Ciudad de México | septiembre a diciembre, 2011.

El emplazamiento/el plantel

A diferencia del resto de los planteles del sis- tema de bachillerato del Gobierno del Dis- trito Federal –que fueron construidos desde cero con base en consideraciones didáctico- pedagógicas– la preparatoria Salvador Allen- de, ubicada en un área de alta marginación social, se albergó en edificios que décadas atrás funcionaron como bodegas y oficinas de una extinta empresa paraestatal. En términos simbólicos y formales, mucho del espíritu bu- rocrático del antiguo uso continúa presente, tanto en la conformación interna de los es- pacios, como en la apariencia de la fachada. Ambas son en extremo monótonas y hasta cierto punto tristes, genéricas y opresivas, de- bido en parte a la repetición modular cuasi infinita (por ejemplo, el plantel cuenta con 100 cubículos de estudio, todos prácticamen- te idénticos), lo que hace recordar ambientes de tipo carcelario u hospitalario. Para poder convivir y adaptarse cotidianamente a esta situación, los estudiantes han generado dia- gramas y microurbanismos mutantes en todo momento, que se manifiestan, entre otras formas, como rutas de movimiento, usos y codificaciones espaciales no oficiales que tienden a mitigar los efectos arriba referidos.

El objeto emplazado

A través del estudio del urbanismo al interior del plantel, se identificó que el área con el mayor déficit en cuanto a la presencia de autoridades, profesorado y vigilancia corres- ponde a un espacio remanente y algo deso- lado ubicado entre el estacionamiento y las canchas en la parte trasera del terreno. Esta zona está próxima a las áreas donde se dan las mayores concentraciones de estudiantes, lo cual nos habla, entre otras cosas, del rechazo por permanecer en los espacios interiores techados. Ahí se construyó un objeto híbrido e informe de gran tamaño, con estructura de madera y piel de lona blanca, que le dan un carácter entre orgánico y monstruoso. En su modalidad de espacio interior, sirve como plataforma para la anomalía y la fuga, o como refugio para la impunidad estudiantil en tan- to cueva de escape no vigilada, espacio que se despliega y da cabida a las excepciones y los secretos. Por otro lado, también funcio- na como escultura de gran formato de tipo landmark, capaz de potenciar identidades grupales en contra de la crudeza genérica del contexto arquitectónico que le circunda.

Las prácticas

La cara más sutil del proyecto surgió cuando  se incorporaron los programas de las dos materias de Artes Plásticas que imparto en la preparatoria. En otras palabras, la intervención realizada en el plantel no sólo se circunscribió a los espacios físicos, sino también a los temas y contenidos del semestre. Para ello se llevaron a cabo dinámicas relacionales y de exploración ligadas a los contextos cotidianos de los estudiantes. Parte de los resultados fue colocado al interior del objeto construido –como si se tratara del museo de sitio de los estudiantes–, en el que se presentaron piezas elaboradas por ellos mismos: imágenes, objetos y textos que pueden ser vistos como una narrativa conjunta, como aquella en la que los estudiantes redactaron individualmente una historia verídica ocurrida en sus colonias de procedencia, que recordaran o alguien les hubiera contado. Éstas fueron impresas sobre papel en un solo renglón de texto, y luego todas las tiras de las historias fueron unidas en su principio y su fin a las restantes hasta conformar un círculo de texto con una extensión no menor a los 50 metros. Éste fue colocado en el centro del espacio construido, a manera de maraña en la que uno podía leer un texto empezando por la mitad y continuar en el otro sin percatarse, o cambiar de sección en la maraña.

De las otras piezas, una puede ser descrita como derivas individuales y recolección de objetos particulares, que los estudiantes tradujeron en historias inventadas a partir de lo que los objetos mismos les sugirieron. La última de las piezas fue una pinta con esténcil. Los estudiantes identificaron en los barrios donde habitan imágenes que resumieran sus visiones sobre los mismos. Así, tortas gigantes y cocteles de camarón servidos afuera del metro; carteles de rutas de microbuses o íconos de estaciones del metro, entre muchos otros, fueron representados en imágenes altamente sintetizadas y luego mezcladas de manera aleatoria.

Después de su exhibición por algunos meses, las piezas fueron retiradas dejando el espacio construido libre para futuras intervenciones realizadas por los estudiantes sin mediación institucional alguna.

Colaboradores: estudiantes de los grupos 305, 306, 307 de la materia de Artes Plásticas y de 5to semestre de la materia optativa. Agradecimientos: a los técnicos Valentín Guerrero y Ricardo Benavides en el trabajo constructivo; a la profesora Aída Menchaca Coordinadora de la preparatoria. Agradecimientos especiales a la Dra. Consuelo Farías Villanueva y el Talle de Pensamiento Urbano Arquitectónico Contemporáneo”
Fotografías: Érick Hernández